El Mago de Oz

  • 18 Jul 2021
Leyendas, películas, parábolas, cuentos, historias, mitos… han sido usadas desde siempre como medios de transmisión de sabiduría. Enseñanzas camufladas para pasar la barrera del consciente.

Hoy ponemos sobre la mesa El mago de Oz, de  L. Frank Baum.

¿Diríais que el mundo de Oz es un lugar mágico?

Veámoslo hoy, desde otra óptica, desde los ojos del adulto en el que te has convertido.

Oz es un estado mental, ese al que se llega tras caminar tus propias baldosas amarillas del crecimiento personal.

Porque no hay nada más triste que anclarse en el “yo soy así” y cortar de esta forma toda aspiración a crecer y evolucionar.

Dorothy, descubre en su queja constante que nunca supo valorar su hogar y su familia. Y tuvo que llegar un tornado para arrancarla de allí, y al perderlo TODO tomar conciencia de cuánto lo quería.

Y cómo en todo buen cuento, aparecen personajes entrañables, como el espantapájaros y el hombre de hojalata. Ambos se reconocen incompletos y ven reflejado en el otro aquello que no tienen, pero ansían conseguir. Un cerebro y un corazón. La grandeza de ambos reside en que saben llegar a la conclusión de que lo ideal sería tener un equilibrio de ambas.

Y ¿qué me dicen del león? Que esconde tras su aspecto feroz y rugidos fuertes, ese miedo que le paraliza en tantas ocasiones.

Y cuando por fin, los protagonistas alcanzan lo que creen que es la meta, llega la decepción, y descubren que el famoso mago de Oz es toda una farsa.

El aprendizaje del Mago de Oz:

Al igual que Dorothy descubre al final de su viaje.

Nuestro poder reside dentro de cada uno, no necesitamos unos zapatos mágicos para volver a casa. Sin embargo, los caminos, los viajes, son tan fascinantes que suelen ser la clave para despertar, una a una, todas nuestras fortalezas personales, toda la valentía y el coraje que llevamos en el interior.

Y así, una vez más, comprobamos que los libros son nuestros grandes aliados.

Un diálogo incesante en que el libro habla y el alma contesta.

Vídeo - El Mago de Oz